Crónicas sin tiempo

Un primor arquitectónico

Le quedó muy bonito el edifico al arquitecto. Sólido, esbelto, vanguardista. Sin duda los departamentos se van a vender como pan caliente, aunque no son baratos. Amplios, funcionales, con grandes ventanas de cristal ahumado y a prueba de ruido. Pero hay un pequeño problema, no para el arquitecto, la inmobiliaria o los posibles adquirientes, que ni van a reparar en ello. En realidad es tan nimio que no vale llamarlo problema. El estacionamiento es profundo y la rampa una obra insuperable de ingeniería, sólo que ésta sube hasta alcanzar la salida y sigue subiendo un poco en la acera hasta alcanzar el nivel del arroyo. La gente, no se diga los viejos, tiene que pasar con cuidado de no resbalar.

También es común lo inverso, que la parte alta provenga del edificio y disminuya hacia la calle, caso en el cual el viandante que resbale caería hacia el arroyo. Pero estas minucias no importan mientras los “desarrolladores” urbanos optimicen (bonito eufemismo) sus ganancias. ©