Disquisición sobre estas disquisiciones
- emarsif
- 18 mar 2016
- 1 Min. de lectura

El ovillo de varios colores que son estas disquisiciones no pretende colgarse de ningún género. Si hubiera que compararlas con algún animal híbrido e inexistente, como hizo Alfonso Reyes con el ensayo (“el centauro de los géneros”), ese sería el alebrije, bestia colorida y proteica. Pero más que al ensayo, si hubiera que adscribirlas a algún género ese sería tal vez el de varia invención, el cual, antiguo como la escritura pero innominado hasta entonces, Juan José Arreola cultivó de manera incomparable y le puso nombre. Aunque más bien creo que tienden hacia el género epiceno antes que al neutro. Están en deuda, en todo caso, con el Bestiario del maestro de Zapotlán y obras igualmente breves y gozosas.
No son “un informe de investigaciones realizadas en el laboratorio ─como dice Gabriel Zaid─, son el laboratorio”; asumo los riesgos de un desastre. Tampoco pretenden ahondar en nada, sino ofrecer al lector ciertas ideas propias y honestas sobre algunas cosas de las muchas que vale la pena discurrir de cuando en cuando; lo que no significa que carezcan de cierto compromiso.
La palabra disquisición es usada aquí en los dos sentidos que le reconoce el Diccionario de la Academia: examen y divagación.
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